miércoles, 19 de agosto de 2009

Telecincopatía



No pienso profundizar en demasía sobre la hipocresía de una cadena que se jacta de dedicar los meses a diversas causas sociales para paralelamente dar cobijo en sus programas a toda suerte de pendones, maltratadores, oportunistas, vagos y maleantes de sus pioneros reality shows y fast thinkers y free riders en general.
Como cada cual hace con su capital privado (y con su moral) lo que le da la gana, mi único cometido de llenapáginas en este post estriba en acopiar un poso de información sobre lo que significó Tele 5 a principios de los noventa.
Dicen que la memoria es selectiva. Pero en mi caso también es un poco hija de puta. Lo pueden comprobar leyendo a posteriori el repertorio de personajes y programas que ha conseguido atrapar, merced a algún trauma infantil.
Sin embargo, se impone un primer análisis de paradigma y contexto. Después de haber consolidado el funcionamiento de sus instituciones democráticas un país se puede lanzar a objetivos un tanto más postmaterialistas y superficiales.
Pasada esa época de necesidad nacional lo superfluo se ha de barnizar con una estética. Aquí siempre hubo tradición autóctona, entroncando con el esperpento, pero se decidió aliñarla con un ingrediente italiano.
Existen diversas maneras de italianizarse y, obviamente, no todas generan buenos resultados. No suele resultar seguro vivir en un país con un parlamento fragmentado y polarizado hasta el extremo. Tampoco se contempla como grato sufrir los rigores de un territorio desequilibrado en el que siniestras organizaciones clandestinas sustituyen al Estado en el sur profundo.
Una conversión con consecuencias menos dramáticas consiste en adoptar la telegenia transalpina. Italia nos exportó así un modelo televisivo que nos iba a situar entre las auténticas sociedades postindustriales avanzadas de Europa. Sin más, al ritmo de las Mamma Ciccios y Cacaos Maravillaos como prototípicas belinas contoneándose conforme a los movimientos del zoom de Valerio Lazarov.
Por entonces nos hacía cierta gracia ese magnate que estaba a punto de conseguir arrebatarle el cetro de las Copas de Europa al Real Madrid. Lo de Forza Italia nos sonaba simplemente a lema de apoyo a la azzurra.
Pero dejemos atrás modelos más propios del Show de Truman para adentrarnos en la fastuosa programación de Tele 5 a principios de los noventa.
Igual que el Milán supuso el trampolín político de Berlusconi, la piedra angular de todo aquel imperio mediático hispano-italiano era Natalia Estrada, líder de la Sección Femenina. Como corte de honor, no podían fallar otras presentadoras y modelos de la época como Arantxa del Sol, Coral Bistuer, Inma Bunton, Rita Irasema o Loreto Valverde, con sus histriónicas risotadas.
Emilio Aragón capitaneaba la división varonil desde un prisma polifacético (Cuidado con Paloma que me han dicho que es de goma!) junto a galanes como Bertín Osborne (piripi y repantigado en el sofá de Contacto con Tacto), Andoni Ferreño y Agustín Bravo.
Entretanto, las cabezas pensantes de la cadena perpetraban programas como VIP Noche (famosos encasillados en una especie de panal, todo un precedente de Furor e hitos similares), Humor Amarillo, Telecupón (jugando a Hugolandia desde el teléfono bajo la dirección de Carmen Sevilla) y La Máquina de la Verdad (sin querer tampoco abusar del humor negro, q.e.p.d).
A modo de Olimpiadas de los PIGS (Portugal, Italy, Greece and Spain) se organizaban unas competiciones de juegos acuáticos de lo más surrealistas. A esta orilla del Mediterráneo descubrieron con grandiosa devoción más tarde que aquellas modernas naumaquias podían servir para publicitar las cualidades turísticas de ciudades como Rimini. También se les dejaba participar en aquellos juegos para que pusieran la nota de color a vestigios de los antiguos imperios coloniales como Macao o potencias deportivas como San Marino.
No vayan a creer que no había sitio para el debate en la parrilla. De ello ya se encargaban José Luis Coll y Jesús Vázquez en "Hablando se entiende la gente" y "Hablando se entiende la basca", respectivamente.
Los deportes corrían a cargo de Manolo Escobar en el sublime "Goles son amores". Aparte de somníferas retransmisiones de encuentros históricos emitidas en la madrugada (al menos aquí no tenías que escuchar los gallos eufóricos y desgarrados de J.A de la Casa con el gol de Señor y las magnas gestas de "La Roja" (no sé cómo se les ocurre llamarle así a una selección tan "Nacional") de antaño), Tele 5 sólo se apuntó en sus primeros años a retransmitir con profusión los encuentros de aquella inolvidable escuadra que fue el Sevilla de Maradona.
También era el único canal estatal que emitía boxeo. A mí no me gustaba, pero me entretenía verlo con mi abuelo y me caía bien el cachondo de José Legrá con sus risas incontenibles.
Todo este sistema de valores televisivo encontró su culminación cenital en un programa tan magnánimo, tan providencial como Gil Superstar. Pepe da Rosa Junior y Jordi LP (la cuota de la minoría catalana siempre ha de estar presente) ponían la nota de humor en la Corte de un Ser Superior que aparecía retozándose en una piscina junto a esculturales féminas en bañador.
Aquel estilo marbellí (epifenómeno de una España de Cavalieres que recitan canción ligera en cruceros al uso), adobado por actitudes parafascistas y de culto a la personalidad, sí que entrañaba terribles riesgos para la seguridad de una democracia joven.
Tantos como para que incluso izquierdas y derechas se pusieran de acuerdo para poner fuera de la circulación modelos que podían convertir a España en un enorme mando a distancia controlado por algún dictador de nuevo cuño con eterno bronceado, sellos de oro y un caballo como asesor.
Grazie per niente Tele 5 (bueno, sí, por Campeones y Superguay)!

3 comentarios:

  1. L'altre dia vaig trobar la primera persona que conec que odia els italians a mort: per la política, la cultura, la societat... Ni el menjar els redimeix per a ell. Si llegira açò diria "veus, veus?" :-)

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  2. Aún tengo grabado en la retina aquel verano del sr Gil en bañador-gallumbazos, en la piscina...

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  3. El text té, entre d´altres, una finalitat irònica.
    En principi, tot i que hem d´analitzar-los amb molta cura, tots tenim prejudicis. Personalment, m´agrada Itàlia i inclús el caràcter dels italians. Les meues experiències transalpines són escasses, però per allí em vaig trobar quasi com a casa. Pense que si haguera de triar un país on podria viure de manera similar a la que m´agrada em decantaria per Itàlia.
    Algú va dir que no es pot estimar lo que no es coneix i jo estic d´acord. De fet, i esta qüestió afecta a les simpaties que molta gent demostra per Argentina o Itàlia, jo sóc prou antimitòman i personalment pose en entredit certs llocs comuns. No obstant, mantinc eixe prejudici positiu respecte a Itàlia, encara que al text no ho parega.
    Al cap i a la fi passa com amb Valéncia, l´estimem per damunt de les contradiccions que realment li donen la seua quiditat.

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