sábado, 28 de febrero de 2009

Vivo del Cuento en Valéncia


Un suceso familiar luctuoso me impidió asistir ayer por primera vez a una actuación de flamenco.
Aunque nunca me había interesado por este arte, el motivo que me animaba a debutar frente a las tablas era la invitación de un amigo gaditano (el que toca el cajón en la foto que acompaña al texto), pues su compañía, Vivo del Cuento, había sido contratada por la Asociación Cultural Andaluza Acalfafar del Parque Alcosa de Alfafar para participar en uno de sus actos conmemorativos del Día de Andalucía.
En fin, otra vez será. Dicen los que los han visto en directo que el espectáculo merece la pena y que la juerga flamenca y el vino están asegurados.

jueves, 26 de febrero de 2009

Snitcher über alles


Hace un mes pude disfrutar de unos merecidos días de asueto por la Alemania del Este.
Viaje esperado durante bastante tiempo y que no decepcionó a una tripulación deseosa de dar rienda suelta a sus habituales pasiones turísticas, gastronómicas y futboleras.
En medio de una sucesión de vuelos y escalas y con el cansancio latente del VCF-SFC copero del día anterior fueron transcurriendo las horas previas a nuestra llegada a la capital de la Alemania reunificada.
Primeros conatos de práctica idiomática con nativos y retorno al enredo mental de los casos y las declinaciones. Afortunadamente, nuestros anfitriones nos pusieron las cosas fáciles y se comportaron con la hospitalidad a la que nos tienen acostumbrados.
Pronto comprobamos que el transporte público berlinés le da mil vueltas al valenciano, aunque este contraste tampoco constituya un elemento de juicio relevante se agradece que las esperas de trenes y autobuses no se eternicen.
Nuestro alojamiento se encontraba en un barrio multicultural de los que abundan en las grandes capitales de Europa. No estaba emplazado en la periferia y sus calles revestían un alegre y colorista mosaico de mercados callejeros y pequeños comercios, como si de un zoco disperso se tratase. También destacaban los kebaps diseminados por toda la zona (con precios y productos desconocidos en Valéncia), no en vano fueron los turcos residentes en Alemania los que popularizaron en Europa este plato.
Llegó el momento de albergarnos y fue entonces cuando, después de subir prácticamente una decena de pisos, nos adentramos en una vivienda comunitaria ubicada en un viejo edificio abandonado. Al parecer, la existencia de numerosas fincas que antaño fueron propiedad de las instituciones de la RDA ha posibilitado su ocupación actual por jóvenes que pagan alquileres a precios realmente ajustados. Son espacios de sociabilidad prácticamente inexistentes en España, con zonas comunitarias, servicios básicos y una organización y reparto de funciones por parte de sus moradores que difícilmente encajaba en nuestro esquema mental excesivamente latino.
Ante el inminente advenimiento de un anochecer que trastocaba nuestro ritmo vital salimos a dar un garbeo turístico de esos que tanto nos aproximan al manido paradigma nipón. Tratando de optimizar el tiempo en la capital nos paseamos por amplias avenidas jalonadas por majestuosas estatuas de los prusianos reyes Federico, hicimos sendas paradas ante el Reichstag y la Puerta de Brandenburgo y nos detuvimos también en el Sony Center, aparte de hacer unas incursiones en el laberinto alegórico del Holocausto, plagado de peligrosas placas de hielo.
Como no sólo de cultura (y de fútbol) vive el hombre, nos pertrechamos de unas espectaculares patatas rellenas de variados ingredientes que vendían en los establecimientos de hostelería turca y de cervezas checas Gambrinus del tiempo.
La madrugada nos condujo hacia algunos tugurios berlineses y al día siguiente, y después de un contundente desayuno como manda la tradición local, tuvimos una nueva sesión de visitas turísticas. En esta ocasión se acudió hacia el Check Point Charly y se contempló lo que queda de Muro en el emplazamiento original.
Ahora que las dos Españas andan enzarzadas en disquisiciones acerca de la memoria histórica, ante el Muro pude observar un ejemplo de respeto por el estudio del pasado sin que ello hiera sensibilidades, al menos a primera vista. Eso era lo que se desprendía de la exposición que discurría paralela al espacio físico ocupado por el Muro y que analizaba fotográfica y textualmente los personajes y acontecimientos relativos al III Reich. Ante la gran profusión de cartelería y material fotográfico no constaté ni una rotura ni una pintada. Para pintada histórica, la tantas veces vista de Madness en un trozo de Muro superviviente. La nota excéntrica la ponía la guía en castellano, deteniéndose con profusión dramática en subrayar los aspectos más escabrosos de la represión sobre los judíos. Mi humilde opinión es más partidaria de centrarse en informaciones de mayor provecho intelectual que de recrearse en variables cruentas, por aleccionadoras y simbólicas que éstas puedan ser.
No sólo ofrecía esa imagen de dignidad la exposición de un capítulo traumático de la historia nacional germana sino también la manera de proceder de los visitantes. Choca con nuestro comportamiento habitual que los teutones no hacen ostentación de expresarse a voz en grito como tantas veces hacemos muchos de nosotros en la vía pública.
Por la noche tocó viajar a Leipzig, urbe con más relevancia que fama situada en la extinta RDA y en la que pudimos disfrutar de una cena y posterior esparcimiento en uno de los locales que el ayuntamiento cede a la juventud para que sean utilizados como espacios de socialización.
Al día siguiente nos levantamos bien temprano para emprender un viaje sorpresivo a la República Checa (sólo nos adentramos un kilómetro en este Estado, pero ya nos podemos contar uno más en la lista de visitados, jejeje!) para divagar por una bucólica estación de esquí.
Vestidos con botas y tirantes y gran profusión de colores y complementos, a lo Jim Carrey y Jeff Daniels en Aspen, nos dispusimos a juguetear con la nieve a cascoporro que por allí se acumulaba, demostrando por ende nuestra torpeza y falta de costumbre en improvisadas razzias.
La tregua llegó con la degustación de una nutritiva comida a base de Snitchers (filetes empanados de impresionantes dimensiones) acompañados por diferentes guarniciones o Beilegen (champiñones, patatas fritas, croquetas, etc.) y regados por cerveza negra autóctona.
Después de pasar por una nueva residencia comunitaria de estudiantes en la que graciosamente fuimos alojados dedicamos la noche a las actividades habituales en una discoteca en la que la pinchadiscos mostraba orgullosa la bandera de Israel a la juventud allí congregada desde su cabina y en pleno apogeo de los bombardeos en la Franja de Gaza. Necesitaría más tiempo e información para poder analizar en condiciones los complejos y “mala consciència” de determinados sectores de la sociedad alemana respecto a la cuestión judía.
Nuestro último día en Leipzig lo utilizamos para pasear por los rincones de mayor solera de la ciudad: la estación de tren más amplia de Europa, el radio de acción del músico Mendelssohn y el casco antiguo. Para el que esté interesado, como es mi caso y el de algunos de mis amigos, en el conocimiento de los totalitarismos y autoritarismos del mundo, constituye una visita obligada en Leipzig el museo de la Stasi (Ministerium für Staat Sichercheit). Allí pueden contemplarse desde una recreación de mazmorra hasta instrumentos de camuflaje (narices postizas, olores fabricados al uso…), utensilios de espionaje, contextualizaciones históricas y fotos sobre represión y las de los espectaculares y perfeccionistas mosaicos que organizaba el Partido en el estadio local con lemas como “Klassenbrüder” (hermanos de clase), “Freundschaft” (amistad), “wir ehren Karl Marx” (nosotros admiramos a Karl Marx) o “Waffenbrüder” (hermanos de armas), todo ello acompañado por variadas escenografías y simbologías marxistas. Al parecer, y no es una invención sensacionalista, algún integrante de estas coreografías (monótonos tifos financiados y realizados por personal reclutado por parte de las instituciones comunistas) llegó a morir por su exposición continuada a los efectos del sol y el cansancio durante la preparación de alguna de ellas.
Preguntado uno de nuestros anfitriones por la impresión generada por películas que abundan con carácter catártico en la problemática de la fragmentación germana (La vida de los otros, Good bye Lenin o la menos conocida en España Sonnenallee (Avenida del Sol en castellano, una zona colindante con la división física entre las dos Alemanias, esta película la pude visionar en versión original en la EOI Valéncia y me causó una grata impresión)), éste me contestó que habían sido muy bien recibidas por el público en general. En este clima de reconciliación nacional se le tuvo que ocurrir a un integrante de nuestra expedición preguntar si se podían comprar en el museo camisetas de la Stasi. En fin, una cosa es fomentar que se restañen las viejas heridas y otra revivir estéticas paramilitares en plan ocioso, jejeje!
A pesar de las nefastas noticias que el VCF nos transmitía desde Mallorca hubo tiempo para el turismo balompédico. De lejos echamos un vistazo al estadio de la ciudad en el que España llegó a disputar un encuentro del último Mundial, pero nos interesaban más las instalaciones añejas en las que se saborea el fútbol con marchamo tradicional que a nosotros nos gusta. Nos pasamos por el vetusto Alfred Kuntz en el que el Dinamo de Leipzig consiguió la Liga de la RDA de 1964 (unos ninots de larga cabellera a imagen y semejanza de los jugadores de aquella gloriosa plantilla recuerdan la gesta). Campo pequeño y compacto, con vallas provistas de pinchos y cemento por doquier salpicado de esos paraavalanchas y ferros que tanto añoramos los hinchas.
La cuestión terminológica derivada de la separación alemana sigue alzando algunas controversias y el deporte no es una excepción. De hecho, el nombre de los clubes de Leipzig es testimonio de variaciones y contrariedades, barajándose los del antiguo Dinamo, Sachsen (topónimo de la región) o Chemie (el elegido actualmente por la masa más fiel e irreductible, obligada por los parámetros y condicionantes del fútbol moderno a refundar su club y acabar siguiendo sus partidos desde un estadio semejante a un prado asturiano). El rival directo del Chemie Leipzig es el también afamado Lokomotiv.
Como colofón al espléndido fin de semana teutón fuimos convidados a una copiosa e hipercalórica cena de Snitchers (véase la imagen que ilustra este relato) que puso un brillante broche de oro a unos días magníficos y nos sació durante largas horas.

lunes, 16 de febrero de 2009

Teoría futbolística del caos


No es nada científico y menos aún puede serlo si hablamos de fútbol. Sin embargo, resulta evidente que las costumbres se han relajado entre las escuadras del fútbol hispano y ello ha propiciado un terreno abonado para la incertidumbre a corto y medio plazo.
Las teorías de largo alcance, las que ya atisbó Hornby en Fiebre en las Gradas cuando se refería a la sustitución del público tradicional por el espectador-consumidor, aluden a la endémica crisis económica de los clubes y a sus cuentas deficientemente auditadas, a la desafección del nuevo aficionado arribista-hedonista y, en definitiva, a la quiebra e inversión de valores del balompié.
Del ocio al negocio, del deporte de las clases populares a la espectacularización americanizada. El fútbol moderno como epifenómeno del capitalismo.
Un modelo que aplauden los partidarios de la ganancia rápida y la carencia de escrúpulos y que alientan los mass media, retroalimentándose en una espiral viciosa que arrastra sin paliativos a un populacho ávido de sublimación a base de portadas y discutibles éxitos pasajeros y que va perdiendo paulatinamente la capacidad de disfrutar con el ritual en sí que le brinda durante cada partido un club de sus amores que aparece ante sus ojos como cada vez más desfigurado e irreconocible.
No obstante, en esta entrada pretendía hablar sobre las manifestaciones más superficiales de este diagnóstico enfermizo que aqueja al balompié. Suelen ser las que antes se ven y en este caso se plasman en el terreno deportivo.
Ya pasaron los tiempos de las transiciones tácticas y normativas de los inicios de este deporte y poco a poco nos adentramos en un auténtico reino de la seguridad, en una inmutabilidad de sus constantes vitales que ha conferido al fútbol un carácter sobrio y solemne. La misma disputa de once contra once sobre el terreno de juego dota al fútbol de un indudable influjo democrático, en el que subyace gran parte de la base de su éxito. De ahí que los goles siempre se hayan celebrado de forma incontenible (en contraposición con otros deportes) y hayan dado lugar a la elaboración de jugosas metáforas.
El fútbol que yo conocí de infante y que me enamoró estaba plagado de jugadores de club, una especie en extinción en la actualidad o devaluada por un proteccionismo manufacturado y viciado. El esfuerzo y la constancia suponían por entonces valores que se calibraban con los años y que las aficiones sabían apreciar en su justa medida. Contra los demagogos del taconazo y la gambeta, los equipos se hacían fuertes desde la defensa y acrecentaban sus mitos basándose en ese carácter inexpugnable en lugar de generar abucheos. Si surgía una excepción a esta regla general estaba plenamente justificada por la eficacia de su maquinaria, valga el Dream Team como ejemplo. No se jugaba a la ruleta rusa con el puesto de portero (¿os suena?) y cuando las metas de los equipos vascos empezaron a flaquear se avistó la quiebra de estos proyectos modestos pero fundamentados en la confianza y la tradición. Las plantillas (salvo la del LUD, que siempre fue rara avis en este aspecto) no variaban sustancialmente a golpe de importación de dudosa calidad y proyectos utópicos y ello suponía garantía de seguridad y futuro. Ahora ya es imposible recitar alineaciones y memorizar dorsales. A muchos futbolistas les importa un pimiento su club y se han contagiado del epicureismo del graderío. Al fin y al cabo, las espectaculares remontadas que estamos viendo durante esta campaña vigente no son más que demostraciones palmarias de la debilidad de proyectos inseguros y elaborados in extremis.
Podemos aludir a nuestro Valencia CF como paradigma de la teoría del caos.
Hasta el mejor escribiente echa un borrón. Algo en lo que prácticamente nadie ha reparado, ¿cuántos penaltis se fallan ahora en comparación con hace una década?
La diferencia es abismal y la mala costumbre la instauró en Mestalla Rafa Benítez impulsando la teoría de que lanzara la pena máxima el jugador que se encontrara en mejor estado anímico. Nunca falló nuestro equipo tantos penaltis como en la época del laureado técnico madrileño. Baraja llegó a marrar un par contra el Celta de Vigo en Mestalla y tampoco se olvida fácilmente la eliminación copera en la tanda contra el Alicante, por nombrar sólo algunos casos especialmente sangrantes. La teoría del estado anímico, plausible tal vez en tandas de finales, quedó también bastante maltrecha aquella noche en la que le tocó a Rufete sentenciar al Athlétic de Bilbao en plena crisis de confianza y después de haber fallado un gol cantado pocos días antes en Donosti. Afortunadamente, la alargada figura de Cañizares redimió atajando otro penalti el error del de Benejúzar.
Después de ese lapso retornamos a la normalidad anotadora (a la que nos acostumbraron Fernando y Penev en los noventa y otros infalibles ejecutores de penaltis como Garitano o Koeman) gracias al buen hacer de David Villa. Sólo apreciaremos como toca la virtud de no fallar nunca un penalti cuando perdamos a su máximo representante. No hay nada que descargue más de responsabilidad a un futbolista ante la pena máxima que el saberse en un puesto cualificado en el escalafón de especialistas de un equipo, otorga legitimidad ante la afición y confianza en uno mismo.
Este continuado acierto de Villa en la suerte del penalti nos retrotrae a la conexión con nuestro anterior jerifalte en estas lides, Gaizka Mendieta. Por ende, a mí también me conduce quizás al último referente de ese fútbol que yo conocí y que encarnaron jugadores muy parecidos al rubio centrocampista. Un antiídolo, una persona normal que no quería fama ni pantomimas, trabajadora y constante, pero cuya trayectoria fue manipulada por una directiva acomplejada y deseosa de copiar modelos alóctonos. Ahora que Mendieta se va a unir a los veteranos del VCF para defender nuestra camiseta de nuevo en algunos bolos se impone una revisión de su carrera valencianista que no puede quedar manchada por su deshonrosa salida del club.
Sirvan estas últimas líneas como pequeño homenaje particular a todo lo que nos hizo disfrutar este jugador y aquel equipo y como panegírico dedicado a los últimos románticos de un fútbol que en realidad nunca morirá mientras quede uno de los que gozamos con él con un ápice de memoria.
Entonemos juntos el himno que nos legaron Los Planetas:

He puesto la tele
había un partido
y Mendieta ha marcado un gol realmente increíble

domingo, 15 de febrero de 2009

Hinchas EPC


No pretendo en esta entrada incidir en el debate sobre la pertinencia de la asignatura Educación para la Ciudadanía, simplemente quería adjuntar la portada de un libro de esta materia que me ha llamado la atención por su ingenio y me ha encantado como futbolero. El diseño de la misma ha sido elaborado por el dibujante sevillano Miguel Brieva, colaborador habitual de El Jueves y Mondo Brutto.
Según el parecer de mi colega gaditano Adobo se le puede considerar como uno de los mejores dibujantes del Estado, destacando entre su producción libros como "Dinero" y "Bienvenido al mundo".

domingo, 8 de febrero de 2009

Don´t look back in anger (Oasis)


Una de les meues cançons favorites d´Oasis. Per als que utilisàrem el disc Definitely Maybe com a introducció després arribà (What's The Story) Morning Glory? en temes inoblidables com el linkat.

sábado, 7 de febrero de 2009

Futuras lecturas: Diccionario de Relaciones Internacionales y Política Exterior


Ya se encuentra en las estanterías esta obra de compendio de terminología relacionada con el ámbito de la política internacional y coordinada por el catedrático de Historia Contemporánea de la Complutense Juan Carlos Pereira.
Este material se revela como imprescindible para adentrarse en el proceloso y cambiante mundo de las Relaciones Internacionales y ofrece un exhaustivo listado de entradas que comprende desde anglicismos como "think tank" o "neocon" hasta conceptos tan en boga como "seguridad colectiva".
Estas obras de síntesis y vocación deontológica resultan capitales para dotar a la politología de manuales y herramientas hermenéuticas, más si cabe en España, Estado que ha vivido aislado respecto a algunas de las principales corrientes de pensamiento durante su historia moderna y especialmente en el campo de los asuntos exteriores. En este sentido ya constituyó una grata aportación la publicación en 1997 de Enciclopedia del Nacionalismo, dirigida por Andrés de Blas Guerrero.
Ahora sólo resta disfrutar de este recopilatorio, que nos puede servir como introducción en cuestiones de política exterior y para comprender y analizar algunos de los eufemismos que más disonancia nos causan a día de hoy y que se generan en la mutable realidad de las Relaciones Internacionales (ataque preventivo, daños colaterales, choque de civilizaciones...).

viernes, 6 de febrero de 2009

Sea por Andalucia libre, España y la Humanidad (y la SGAE)



Así reza la estrofa final del Himno Andaluz hasta la llegada del paréntesis del título, aunque a la vista de las últimas noticias es posible que sea necesario añadir la referencia a la SGAE en una nueva versión de la letra que compuso Blas Infante, padre fundacional del andalucismo político.
Leo anonadado que la Junta de Andalucía se ha puesto en guardia ante las informaciones acerca de cobros por parte de la SGAE en base a la utilización pública del Himno Andaluz. Tal afrenta, susceptible de herir las sensibilidades de un gran número de andaluces más allá de su condición política o preferencia nacional, resulta más sangrante cuando se constata que la descendencia de Blas Infante decidió ceder los derechos del Himno, la bandera y el escudo a la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía, es decir, a quienes detentan el poder autonómico andaluz como representantes del conjunto de los andaluces.
Una vez solventada por el momento la acuciante necesidad de proteger los derechos de autor mediante el polémico sistema de transición de los gravámenes sobre diversos soportes de grabación de archivos nos encontramos con este ejercicio de codicia depredadora que daña de forma lamentable la imagen de la SGAE por la insensibilidad que se desprende al tratar de obtener lucro a costa de símbolos que son patrimonio de todos los que los sienten como propios.