lunes, 11 de mayo de 2009

Agenda Urbana


Escric hui per a celebrar els primers passos d´un interessant projecte, el de la revista Agenda Urbana, que pretén acostar al públic des d´un prisma independent el món de la cultura que es fa a València. I a més en valencià.
Sempre he sigut un aficionat a este tipus de lectures. Recorde interminables vesprades-nits a Saint Patrick´s o Finnegan´s fullejant revistes culturals per a anglòfons en format Turia. Publicacions com 24-7, en la redacció de la qual tenia coneguts, o Valencia on the rocks. Si ets una miqueta tímid, com és el meu cas, venien molt bé, perdone´s l´escatologia, per a gestionar el temps transcorregut mentre l´amic s´anava al servici i no volies monopolitzar la teua conversa només amb la paint. També trobaves sempre eixa direcció del restaurant que t´interessava o del local de referència del que tant t´havien parlat últimament. Tot això sense oblidar l´agenda musical, esportiva, d´oci i alguns articles històrics que de vegades revelaven lo desconegut que és el nostre territori per als valencians. Lo millor que podies fer, de totes maneres, era emportar-te la revista a casa i llegir-la allí amb deteniment.
També vaig accedir a una altra revista d´esta mena fa poc a El Cedro, mentre visionava un partit del VCF a una cerveseria, però no recorde el nom de la mateixa.
En tot cas, magnífica notícia la de l´aparició d´Agenda Urbana i ja no hi ha excusa per a manifestar-se desinformat pel que fa a la música, el teatre, les exposicions, el cine o les conferències que ofereix València.
Enhorabona per la iniciativa i ací deixe la plana web des de la qual es pot accedir a la informació d´Agenda Urbana i el seu projecte germà Audiències: http://www.au-agenda.com/es/valencia/agenda

miércoles, 6 de mayo de 2009

Grandes fiascos del fútbol hispano (I): Valencia C.F.


La historia del fútbol no sólo está compuesta de grandes victorias y egregios futbolistas. En el matiz y el antagonismo encontramos a veces también la gracia a este deporte tan pasional como inalterable al tiempo. En este sentido, me dispondré a repasar por entregas algunos de los más sonados fracasos futbolísticos que también han jalonado la historia de las escuadras del fútbol hispano, ciñéndome a mi etapa de seguidor, la cual se inicia con la década de los noventa.
Resulta lógico empezar este inventario por el club que origina todos nuestros desvelos y motivaciones balompédicas.
El Valencia C.F. no abundó en la contratación de fiascos en los primeros años de los noventa. La austera y meditada planificación deportiva de la era Tuzón (en manos de profesionales contrastados y llenos de amor al club como Roberto Gil o Pasieguito, artífices con escasos medios en comparación de los actuales de fichajes como los de Penev o Mijatovic) propició fichajes en cuentagotas que reforzaban puestos concretos de una plantilla basamentada en los canteranos que lograron el ascenso.
Jugadores como Tomás o el brasileño Toni representaron lo más parecido a la tipología que nos atañe, sin restarles ciertos méritos, esfuerzo y presencias continuadas en las alineaciones.
Definitivamente, ellos no forman parte del elenco que estamos buscando. Más cercano a esta categoría estaría Belodedici, fichaje estrella (astronómico por entonces) y pretendida guinda del mandato de Tuzón. Llegó con la vitola de estar considerado como el mejor líbero de Europa y de ser el primer futbolista que había ganado la Copa de Europa con dos equipos distintos, pero sobre el césped dio reiteradas muestras de lentitud e indolencia (en las fotos de su presentación ya posó tumbado, para más inri).
Tendría que llegar Paco Roig para deleitarnos con la arribada de cracks de medio pelo a cascoporro. El primero fue Víctor Hugo Aristizábal, delantero colombiano que desembocó en nuestra tierra para cubrir de goles el tramo final de la inestable campaña 93-94. Lo cierto fue que sólo consiguió anotar una diana, merced a una pena máxima ejecutada en un amistoso disputado en Utiel. Fue una pena que en su debut con la camiseta fucsia lo cosieran a fueras de juego en el Bernabéu, ya que ese bigote de guerrillero sandinista podría haber escrito páginas de oro en nuestra historia.
Pero como de la nostalgia no se come, Paco Roig atrajo hacia Mestalla a los fichajes de relumbrón que había prometido en su campaña "Per un Valencia campeo". Desvalijamos al Logroñés y al Celta de Vigo y nos hicimos con auténticos chollos como el espigado Clotet o el eternamente lesionado Juanjo Maqueda. Tampoco han de caer en el olvido futbolistas que, pese a su empeño, resultaron bastante prescindibles, como Juan Carlos, Iñaki o Eskurza.
Mención aparte mereció el zar del gol Oleg Salenko. Paco se jactaba de no haberlo empaquetado hacia Asia (recuérdese el caso Leonardo) cuando vapuleó a la decadente Camerún en Estados Unidos. Para el recuerdo quedaron los penaltis con hipnosis que ejecutaba y los monólogos con los que se torturaba cuando fallaba ocasiones, aparte de aquella ida copera en el Bernabéu que nos sacó a las calles (Cuando el Valencia eliminó al Real Madrid).
Similar suerte corrió el estonio Karpin, injustamente comparado con Mijatovic por lo igualitario de sus traspasos (mil millones). A pesar de su posterior doctorado en garrulismo, como jugador demostró sobradamente su valía.
Como los prometidos títulos no acababan de llegar, la paciencia del de Poble Nou se fue agotando y tocó tirar de talonario para hacerse con Ariel Ortega. Junto a Romario simbolizó el proyecto más descabellado de la historia del club (el equipasso) y, no contento con este dispendio económico, al mandatario no se le ocurrió mejor idea que rodear a estos fueras de serie de una pléyade de futbolistas con más renombre grandilocuente que calidad (Marcelinho "Pie de Ángel" Carioca, Morigi, Campagnuolo, Saib, Del Solar...).
Aún recuerdo la fastuosa presentación de la campaña 97-98 con Paco Roig arengando enfervorizado a las masas para después, en pleno éxtasis, soltarles a los jugadores con total convencimiento que ellos "tenien que sentir Lo Rat Penat" y cosas por el estilo.
Caras de circunstancias, sonrisas desconcertadas y fuegos artificiales.
Pedro Cortés impuso una mayor cordura, aunque también se permitió sondear el mercado rumano en busca de las glorias que ofrecía el deshielo de aquel país. Serban, Popescu y el "hermano bueno" Sabin Ilie constituyeron una peculiar troika que no tardó en engordar a base de suplencias. Mientras tanto, la maldición del 9 seguía escenificándose en fiascos como el de Óscar, Nico Olivera (sin ficha durante la mayor parte de su trayectoria) o Lucarelli, "el bou de Livorn". El último demostró "ovunque", salvo en Valencia, su facilidad para el gol, será que estos lares ya no son propicios para un comunista. En el otro lado del espectro, Salva Ballesta tampoco desplegó sus mejores aptitudes en Mestalla y acabó relegado por un Benítez que supo aprovechar al máximo las posibilidades de todos sus efectivos, hasta el punto de que el VCF se proclamó campeón de Liga alineando a futbolistas de escaso bagaje por entonces como Xisco o Sissoko.
Con Juan Soler volvió la vieja tradición de la contratación sin mesura, tan aplaudida por el forofo de aluvión ávido de portadas y complejos de origen madridista. Resulta ciertamente doloroso enumerar la lista de "figuras" desperdiciadas a precio de oro: Fiore, el indolente Di Vaio, Corradi, Del Horno, Kluivert, Viana, Tavano, Banega...
Una herencia que aún estamos sufriendo y que actúa como rémora sobre nuestro futuro.
Ahora mismo produce cierta desazón contemplar este desaguisado a base de nombres y sus correlatos salariales.
Esperemos que la grandeza inmortal de la historia del VCF nos vuelva a permitir repasar con la perspectiva del tiempo estos desastrosos listados de fichajes con una sonrisa en la boca que sintetice, una vez más, nuestra supervivencia a mil y una batallas.
Al fin y al cabo, eso es lo que da sentido al fútbol y, sin estas decepciones, los excepcionales triunfos no se saborearían con la misma legítima y creíble intensidad.

sábado, 2 de mayo de 2009

This day should last forever (Ocean Colour Scene)


Ideal tanto para días buenos como para malos.
Dedicada a la chica del colegio.

viernes, 1 de mayo de 2009

Futuras lecturas: Nacionalismo español. Esencias, memoria e instituciones


A menudo, el carácter estatal de la mayoría de medios de comunicación cuyas emisiones consumimos a diario nos hace caer en el truco de ilusionismo de conseguir que creamos que los únicos nacionalismos existentes en España son los periféricos, especialmente el catalán, el gallego o el vasco.
Sin embargo, nuestra vida está plagada de tozudas referencias que indican que el hegemónico nacionalismo de Estado está muy presente en el devenir diario, a pesar de que hayamos aprendido a obviarlo a fuerza de costumbre.
En una gran cantidad de sistemas políticos existe el partido nacionalista estatal. El hueco propiciado por su ausencia en España lo rellenan, como acertadamente señaló el profesor Martínez Sospedra, los dos partidos mayoritarios del sistema político y vertebradores del proyecto nacional español, PSOE y PP.
Esgrimidas estas premisas, en honor a la verdad es preciso reseñar la existencia de algunos valiosos libros que analizan la formación de la identidad española y de un primigenio nacionalismo. Obras como "España. La evolución de la identidad nacional" de Juan Pablo Fusi o "Mater Dolorosa" de Álvarez Junco, de las que hablaremos aquí en futuras ocasiones, abordaron este tema desde una perspectiva histórica y filosófica.
"Nacionalismo español. Esencias, memoria e instituciones" es una obra dirigida por Carlos Taibo, especialista en sistemas de corte soviético, totalitarismos y política internacional, de menor a mayor grado de concreción. Su virtud esencial reside en emprender el estudio del nacionalismo español desde una visión holística, que comprende una completa variedad de planos diacrónicos, ideológicos y sectoriales.
Reflexiona sobre la condición general del nacionalismo español (Carlos Taibo Arias), sus orígenes históricos (Juan Sisinio Pérez Garzón), sus manifestaciones en la guerra (Xosé M. Núñez Seixas) y en la posguerra (Luis Castro Berrojo) civil, su reflejo en la Constitución de 1978 (Xacobe Bastida Freixedo), su presencia en las percepciones que hoy abrazan la derecha (Xosé M. Núñez Seixas) y la izquierda (Jaime Pastor Verdú) políticas, sus vínculos con las fuerzas armadas (Pedro Oliver Olmo) y con la Iglesia católica (Jaume Botey Vallés), su tensa relación histórica con el islam (Ignacio Álvarez-Ossorio Alvariño), sus lugares de memoria (Jesús de Andrés Sanz), su ascendiente en el sistema educativo (Ramón López Facal) o, en fin, sus reflejos lingüísticos (Juan Carlos Moreno Cabrera) y deportivos (Gabriel Colomé i Garcia).