miércoles, 22 de julio de 2009

Rapiñaires


Evocadora palabra con sufijo occitano para connotar la realidad siniestra que evoca nuestro fútbol en su concepción más autóctona.
El águila ya no se lanza sobre el escurzón como en la bandera mexicana por temor a que la ajusticien los sicarios en medio de una balacera de narcos. Ahora otea horizontes más seguros para la razzia y se dirige en busca de murciélagos heridos, hacia una tierra que todos llaman La Comunidad, como si fuera una escalera del vecindario con su reunión mensual para saber si instalan el Canal Satélite o arreglan de una vez el ascensor.
Es un animal transparente a primera vista, pero sólo porque se presta a que lo coloreen, preferentemente de verde dólar o de un tono más amarronado relacionado con dudosas inversiones allende los mares y bajo paradisíaco secreto. En todo caso, su capacidad mutante le permite como al camaleón de King África (para lo malo también estamos en verano) cambiar de colores según la ocasión.
Faroleros de su particular Vida Abismal, versátiles mandamases que recorren hábilmente el espectro político de izquierda a derecha y la peor colección de sujetos altaneros y negociantes con pintas a caballo entre El Bigotes y Mauricio Torrente y que en mis peores pesadillas prejuiciosas deberían llamarse Ginés Pacheco y haber nacido en Alcantarilla-Murcia.
El dinero viaja rápido por los medios telemáticos y si nunca tuvo patria, ahora menos. Si el presente y el futuro es de las transnacionales, los profesionales de la estafa no se pueden quedar al margen e izan orgullosos la bandera de Trinidad y Tobago u otros territorios análogos.
Los triunfos de hoy esconden y engendran las crisis de mañana y el personal no se entera o lo consiente porque en un ámbito abonado al panem et circenses han invertido los valores deportivos en favor de otros económico-mediáticos.
Sólo así se entiende que los futbolistas de un filial que han logrado ascender a segunda división celebren tamaña gesta pensando en que unos aborígenes con papada aflojen la chequera al grito de "prima doble, oé!".
En fin, una pena que el fútbol cada vez más, sea asín.

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