lunes, 23 de marzo de 2009

Izquierda Anticapitalista: ¿un nuevo actor político?


Quizás empleamos palabras demasiado gruesas cuando utilizamos la fórmula actor político en este artículo. Nos referimos a un elemento con capacidad de incidir en el sistema. Y en política, el sistema (o subsistema, si concretamos más territorialmente), por las canalizaciones que las Constituciones de nuestro entorno cultural han otorgado a la cuestión de la representación de intereses, se remite al sistema de partidos. En el marco del mismo, adquieren relevancia las formaciones que, en terminología sartoriana, ostentan “capacidad de chantaje”, es decir, posibilidad de influir en la toma de decisiones institucionales mediante las orientaciones que determinen sus cargos electos.
Esta concepción de la política huye del normativismo y se sitúa en un terreno pragmático y realista, en la visión más institucionalista y clásica de la Ciencia Política. Sin embargo, sin desbordar necesariamente los postulados de esta corriente antaño hegemónica, el reconocimiento del valor de los movimientos sociales (y especialmente de los que recogen el basamento ideológico actualizado de la New Left) en las sociedades postmodernas en las que vivimos implica que existen ya una miríada de organizaciones con fundamentos similares a los que defiende el protagonista de este artículo, Izquierda Anticapitalista.
El salto cualitativo de esta asociación estriba en su objetivo de presentarse a las próximas elecciones europeas. Partimos en un primer análisis de contexto de la inexistencia de una formación suficientemente robusta con las metas que preconiza Izquierda Anticapitalista en nuestro sistema. Por otro lado, conocemos el relativo éxito de fórmulas con similares presupuestos ideológicos en los diferentes sistemas de partidos europeos. Una nueva izquierda reformula desde los años sesenta sus fundamentos en base a la sensibilización por las políticas alternativas que suelen recaer en el ámbito de los movimientos sociales. Paralelamente, la izquierda tradicional, burocratizada en exceso, se revela como incapaz estructuralmente de ofrecer satisfacción a estas nuevas maneras de hacer política, las cuales utilizan otro lenguaje y otras formas.
En España este nuevo paradigma queda marginado por el parcial acercamiento de sus débiles estructuras hacia la federación Izquierda Unida. Concebida inicialmente como tabla de salvación de un PCE en estado crítico, este instrumento se revela a posteriori como tremendamente útil para el eurocomunismo español hasta que el modelo empieza a ofrecer síntomas de agotamiento con la entrada del nuevo siglo.
La visualización de la izquierda alternativa en los parlamentos españoles se reducirá a la presencia de algunos componentes en IU, al marasmo de partidos verdes que competirán con escasa y desigual suerte en una escena ecologista dispersa y fragmentada y a la atinada consolidación de la marca “ecosocialismo”, a la vista de sus resultados electorales por parte de ICV.
El contexto sociopolítico, por otro lado, parece en principio el más propicio para un proyecto de estas características, teniendo en cuenta los problemas específicos que afectan a la economía española en la tesitura de crisis global del capitalismo. A esta coyuntura de índole económica se une la creciente movilización de parte del sector estudiantil refractario al proceso de Bolonia y las imágenes de incidentes en las universidades, las cuales han generado una espiral acción-reacción-acción que se nutre de cualquier atisbo de represión o recorte de libertades. No obstante, si el comunismo histórico propugnaba la unión de las fuerzas del trabajo y la cultura, cabe recordar que en el acontecer de la izquierda alternativa la balanza siempre ha acabado desequilibrándose a favor del segundo componente, existiendo una notoria desconexión con el primero.
De manera sintética, podemos señalar que Izquierda Anticapitalista surge como consolidación partidaria de la escisión del sector trotskista de IU conocido como Espacio Alternativo. De hecho, la web de Izquierda Anticapitalista (http://www.espacioalternativo.org/) continúa mostrando una evidente confusión todavía en este aspecto nominal. Por lo que se puede ver en su espacio principal en Internet, poco a poco van logrando cierta implantación. En este sentido juega a su favor que los medios telemáticos con los que cuenta la política actual permiten llegar al electorado con facilidad y sin necesidad de recurrir a costosos procesos de radicación territorial, al alcance sólo de las formaciones políticas más poderosas. En la línea de las modernas estrategias políticas tan características de la nueva izquierda, se han dado a conocer ya apoyos variados al proyecto por parte de intelectuales, periodistas y escritores, profesores universitarios como Carlos Taibo (gran especialista sobre los sistemas políticos de corte soviético y persona cuyas disertaciones en directo son toda una profusión de fluidez verbal e intelectual) y cantantes de grupos como Reincidentes o los ya extintos Kortatu.
Si hemos considerado la posibilidad de que Izquierda Anticapitalista pueda ejercer como un actor político al uso ha sido teniendo en cuenta la estructura de oportunidad que posibilitan las elecciones europeas. El sistema electoral español (proporcional en el nivel teórico, pero con rasgos “correctores” que lo configuran como mayoritario en el sentido de la tradición anglosajona (y los designios de Fraga Iribarne en las negociaciones constitucionales) por los resultados que arroja en la práctica) que rige en las elecciones estatales no ofrece garantías de representación a los partidos de ámbito estatal con implantación débil o desigual en el territorio español. Aparte de UCD, PSOE, AP-PP y PCE-IU, las formaciones de este pelaje que han logrado escaños en el Congreso de los Diputados son excepcionales (PSP, UN, CDS y UPyD). Empero, el sistema de circunscripción única que determina la asignación de escaños en el Parlamento Europeo facilita la consecución de representación a formaciones de ámbito estatal. Conviene resaltar un par de ejemplos que dan fe de este posibilismo. En 1987 Herri Batasuna no sólo ganó las elecciones europeas en Euskadi sino que, de sus más de 360000 votos, consiguió aproximadamente 150000 de los mismos fuera de las tres provincias vascas (40523 de ellos en Navarra). Algunos comentaristas de la época describieron este resultado acuñando la locución “votos del desencanto”. Obviamente, teñían sus opiniones de crítica moral, pero un análisis más sosegado nos remitía también a un desencanto que no sólo coincidía con el de los referidos contrariados. La extrema izquierda (con formaciones como el MC, que llegó a tener prácticamente el mismo nivel numérico de militancia que el PSOE durante el franquismo) se reveló como una de las grandes perdedoras de la Transición y quedó relegada al ostracismo extraparlamentario. El voto a una HB que a principios de 1985 había puesto en marcha la campaña "Euskadi alegre y combativa" para dinamizar en clave izquierdista y abertzale a las nuevas formas culturales de expresión política supuso una vía de escape y canalización de este descontento con la “democracia formal” para estas organizaciones izquierdistas fragmentadas y minorizadas. Otro caso relevante fue el de los 2 escaños alcanzados por la Agrupación de Electores José María Ruiz Mateos en los comicios europeos de 1989, merced a los 608560 votos en su haber. Este resultado demostró las probabilidades existentes para las formaciones estatales en el marco de la circunscripción única y generó recelo en las organizaciones políticas tradicionales mayoritarias por la potencialidad de proyectos políticos personalistas y con talante autoritario y de desagravio caudillista.
En resumen, habrá que estar atentos a los próximos movimientos de Izquierda Anticapitalista y observar si muestran una capacidad suficiente para movilizar apoyos que le confieran el estatus de actor político relevante aprovechando una estructura de oportunidad que difícilmente puede aparecer como más favorable una vez se hayan celebrado las próximas elecciones europeas.
De momento, se les ha podido ver con pancarta propia en manifestaciones como la feminista celebrada en Madrid en conmemoración del 8 de marzo. Ahora habrá que comprobar si son capaces de dar el salto del asfalto a la moqueta.
Si Dany El Rojo lo logró, ellos se pueden permitir intentarlo.

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