jueves, 19 de marzo de 2009

Bloody Sunday


I can´t believe the news today. Así comienza la afamada canción de U2 sobre el Domingo Sangriento (30-1-1972). Hace unos minutos me he enterado de que anteriormente la estrofa inicial contenía una crítica explícita hacia el IRA. El caso es que el rebrote del terrorismo en Irlanda del Norte nos retrotrae hacia fechas recurrentemente cruentas, alimento fundamental del agravio y de tantas luchas armadas. Al fin y al cabo, la noción del terrorismo como guerra de baja intensidad tiene paternidad anglosajona y es la que mejor se adapta a un contexto complejo como el que subyace a los hechos del film.
Una vez introducida la temática cabe presentar la situación de partida que se plasma en el metraje, la manifestación en Derry a favor de los derechos civiles de los lugareños que será brutal y desproporcionadamente reprimida por los "paracas" británicos.
Prejuicios y crispación, lucha desigual y resultado perturbador.
Mediante un formato próximo al documental y lleno de vivacidad y emoción el director logra sumergirnos en un caldo de cultivo propicio para que se desencadene un enfrentamiento larvado. A partir de ahí, somos prisioneros de una acción, que no por previsible deja de estremecernos.
La película constituye también una loa a la heterodoxia y la mediación en tesituras de enconado conflicto, encarnada en Ivan Cooper, organizador de la manifestación.
El idealismo del principal protagonista se ve superado también por la fuerza del rencor y los acontecimientos, que igualmente desbordan al resto de participantes del drama.
La última escena no elude la polémica y muestra un incipiente reclutamiento de miembros por parte del IRA. Una distribución de armamento nutrida por una sobredosis de resentimiento contra la que ya ni Cooper se atreverá a "sermonear".
Un cierre que ahonda en la relación causa-efecto y que culmina con la magnífica canción de Bono como epílogo que aporta crudeza a la par que una postrera esperanza.

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