domingo, 22 de agosto de 2010

Una de bandas (sonoras)


Cine y música constituyen dos conceptos fundamentales para entender las querencias estéticas de las sociedades contemporáneas. No seré yo quien especule a la ligera sobre la consideración artística de determinadas de sus producciones, pero es bien cierto que una parte de ellas generan sensaciones y sentimientos con un sentido cultural.
Música y cine han ido de la mano desde la sonorización de los filmes y esta prolífica relación nos ha legado bandas sonoras que, contextualizadas con imágenes y tramas oportunas, han generado resultados que transitan de lo acertado a lo sublime.
Contamos con cintas dedicadas a grupos ilustres como “Qué noche la de aquel día” (The Beatles), “The Doors” (Jim Morrison y su grupo) o “Sid y Nancy” (The Sex Pistols); sin embargo, no son estas biografías fílmicas las que aquí nos ocupan.
Particularmente acertadas considero las bandas sonoras del subgénero de cine bélico estadounidense dedicado al conflicto de Vietnam. Una guerra eminentemente ideológica y un trauma juvenil fantásticamente tratados en películas como “Apocalypse Now”, en la que las melodías de The Doors y The Rolling Stones contribuyen a generar coreografías y escenarios entre lo onírico y lo turbador. No le va a la zaga la imprescindible “Nacido el 4 de julio”, con himnos generacionales como “American Pie” (Don Mc Lean), “Brown Eyed Girl” (Van Morrison) o “A hard rain´s gonna fall” (Bob Dylan). Kubrick también fue fiel en este apartado a su virtuosa costumbre de evocar ambientes en los que la música coreografía nuestra congénita controversia entre el bien y el mal y se valió para ello en “La Chaqueta Metálica” de legendarios temas: “Wooly Bully” (Sam The Sham and The Pharaohs), “These boots are made for walking” (Nancy Sinatra), “Surfin´ Bird” (The Trashmen) o “Painted Black” (The Rolling Stones).
Otro filme que hace acopio de una banda sonora excelente y especialmente completa es Forrest Gump. No en vano realiza un recorrido por la historia contemporánea de EE.UU. y se ayuda de la música para explicar la coyuntura de los sesenta y setenta allende el Atlántico (“Blowin´ in the Wind” (Joan Báez), “Fortunate Son” (Creedence Clearwater Revival), “California Dreamin´” (The Mamas & The Papas), “For What It´s Worth” (Buffalo Springfield), “Mrs. Robinson” (Simon & Garfunkel), “San Francisco” (Scott Mc Kenzie), “Turn! Turn! Turn!” (The Byrds), “Sweet Home Alabahama” (Lynyrd Skynyrd), etc.).
A este lado del Atlántico también se estaba gestando una explosión juvenil y estética ligada a las tendencias musicales. Como no podía ser de otra forma, los ingleses fueron los pioneros. En Quadrophenia las imprevisibles desventuras de Jimmy nos remontan al frenesí del modus vivendi modernista a ritmo de las canciones de The High Numbers (“Zoot Suit”), Cross Section (“Hi Heel Sneakers”) o The Kingsmen (“Louie Louie”), sin olvidar algunas de las mejores composiciones de The Who (“The Real Me”, “5:15”, “My Generation”…).
Sin perder el hilo del vitalismo urbano de las culturas juveniles anglosajonas nos plantamos en el ocaso del siglo pasado y nos disponemos a presenciar en primera fila el fenómeno musical gestado en Manchester gracias a “24 Hour Party People”, que repasa la evolución de la música inglesa a través del aperturismo de Granada TV en una sociedad particularmente carca y puritana (The Sex Pistols, The Stooges, The Buzzcocks, The Jam…) y el mecenazgo de Factory Records, de los Joy Division a los Happy Mondays, entroncando finalmente con el apogeo de la música disco.
En España se está profundizando en el terreno de las bandas sonoras con cierto retraso, pero en las dos últimas décadas empezamos a encontrar algunos productos interesantes. Por ejemplo, la cinta generacional de los noventa “Historias del Kronen” contiene temas representativos de la música alternativa autóctona de la época, amalgamando el sonido punk de “No hay sitio para ti” (MCD), el rock combativo de Reincidentes en “Jartos D´aguantar” o el “Chup Chup” de Australian Blonde, himno indie por antonomasia de aquellos años.
Hasta aquí este somero repaso del universo de las bandas sonoras. Una selección personal y transferible que, junto con lo que pinchan en mis garitos predilectos, configura parte del hilo musical de mi vida.

3 comentarios:

  1. Y no olvide usted "Megatón ye-yé" (la "Quadrophenia" hispánica,jaja) o "1,2,3...al escondite ingles", grandes clásicos pop que MAR-caron parte de mi vida ;)
    Añadiría además un detallito, puesto que personalmente considero que cine y música ya iban de la mano antes del cine sonoro de los años 30, pues las películas mudas contaban con acompañamiento musical de piano en su visionado en vivo y en directo (aún se me pone la piel de gallina cuando pienso en "Nosferatu" y la música compuesta por Hans Erdmann (autor también de la partitura para otro gran clásico del cine "Der Testament de Dr.Mabuse" de Fritz Lang, que ya eran piezas reconocibles por la cinefilia más cinéfila. Qué sería de mi sin el cine..."El cine, su historia, su pasado y su presente, se aprende en la cinemateca. Sólo se aprende allí" (F. Truffaut)

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  2. Geniales apuntes, ya sabes que tus comentarios siempre dignifican este espacio, jejeje!
    En resumen, una charla sobre música o cine no sería lo mismo sin el contraste con Marpop.

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  3. Muchas gracias, aunque ya será para menos, señor Entrópico, jeje,¡disfruto mucho con sus disertaciones musicales!
    Eso sí, a pesar de mi cinefilia, he de decirle que no creo que supere el número de pelis visionadas por F. Truufaut aquel año de su juventud, ver 300 films en un año sería fetén, pero creo que mi cuerpo y mi mente, una vez sobrepasadas las 100-150, están exigiendo una ración de aire libre y sociabilidad, con lo que yo he sido...jajajaja.
    Saluditos, como no, POP ****

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