miércoles, 13 de octubre de 2010

I.D. (Identificación)



Película ciertamente desconocida, tanto que, antes de familiarizarme con las descargas de internet, la tuve que buscar en el Teles de Sant Francesc de Borja.
La cinta nos ofrece una aguda y realista introducción en el fenómeno hooligan, a caballo de las décadas de los ochenta y noventa, tomando como referente la firm del ficticio equipo inglés del Shadwell Town, club que podríamos comparar con el Millwall o el West Ham United del East End, por la extracción preeminentemente obrera de su masa social y su ramplonería técnica.
Cuatro ambiciosos policías se infiltrarán en sus principales ámbitos de actuación: el estadio popularmente conocido como La Perrera, el pub El Peñón o meeting point de los hools y los desplazamientos futboleros, auténticas road movies de tropelía itinerante. La veracidad de los comportamientos sociales descritos, la diversificación de los personajes y las pautas de actuación cambiantes de los topos explican que esta película haya sido utilizada para aleccionar a los cuerpos policiales españoles acerca de la violencia en los estadios.
Actualmente contamos con productos más elaborados desde un prisma estético sobre el hooliganismo (especialmente en su moderna vertiente casual cabe citar “The Football Factory” y “Green Street Hooligans”), pero I.D. resulta una experiencia valiente y pionera, que se aparta del estereotipo paraguas predominante en los mass media, para los que, salvo honrosas excepciones, ultras, skins y hooligans son prácticamente lo mismo.
El policía protagonista del filme nos muestra la potente sublimación que ejerce en él convertirse en top boy de la firm local, en el marco de un barrio que recuerda a los que ambientan las historias de Loach. Las compensaciones de este way of life se van desgranando durante el ágil avance de la trama, superando a las que le ofrecían los ascensos policiales. Su vida se vuelca en convertirse en el camorrista estelar de la hinchada, paralelamente a la destrucción de sus anteriores relaciones sociales, el descubrimiento de la incompetencia policial y el hinchamiento de su barriga a golpe de paint.
Identificación realiza una crítica contundente de la violencia futbolística y atisba sus relaciones con otras actividades delictivas, plasmando también las satisfacciones que la pertenencia a la hinchada genera en forma de camaradería, orgullo y exceso, factores que provocan la inversión de valores del agente.
Como corolario, el metraje culmina con una escena que parecía prometer una nueva infiltración del protagonista a modo de secuela, finalmente nonata, esta vez entre los neofascistas del National Front.
Una película muy recomendable si se quiere abordar con cierto rigor el fenómeno de la violencia en los estadios, más útil en este aspecto que la sociología de salón que dejó de lado la observación-participante porque nunca pisó un estadio.

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